"Educar es como enseñar a ir en bici... pesado y peligroso". 

Los padres son tan pesados que al final los hijos aprenden a montar en bici porque están hartos: hartos de que les empujen, de caerse y desollarse las rodillas y de que les quiten los ruedines en un momento de despiste. Y es que hay padres demasiado sobreprotectores: de la liga anti-piruleta, anti-toboganes y anti-arenero.  Hay algunos que van felizmente con sus hijos al parque y, justo antes de soltarles la mano para que corran hacia los columpios, les dicen aquello de: “pero no te manches”. Que el niño se da la vuelta, mira al padre y le dice "pues mejor vámonos".

Está claro que los niños quieren volver de jugar con marcas de guerra, con ropa manchada que indica que se lo han pasado bien, que se han metido en todos los charcos posibles y que, con suerte, han comido un poco de arena. Para presumir, hay que sufrir. Y cómo sufren los padres con ellos. Agotan todas las posibles maneras de decir que "no" hasta que se ven obligados a recurrir a la ironía de manera continuada: "sí, sí, ve y coge todas las piruletas que quieras, que ahora voy yo y lo pago". Esto provoca tal cortocircuito en los niños que no saben si hacer caso al padre o ir a comer más arena.

En este hilarante m

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