Durante el embarazo, el cuerpo de la mujer sufre transformaciones evidentes: el útero se expande para alojar al feto en crecimiento, y los senos aumentan de tamaño en preparación para la lactancia, ciertas hormonas se disparan y aparecen náuseas, fatiga y cambios en el apetito y las emociones. La ansiedad y la preocupación sobre la salud del bebé, el parto y la futura maternidad son comunes. Esos son cambios evidentes, pero existen muchos otros que no son visibles y afectan al cerebro. Estudios recientes revelan que el cerebro de las madres primerizas sufre disminuciones prominentes en el volumen de materia gris inducidas por el embarazo. Un artículo recientemente publicado en Nature Neuroscience, cuya primera autora es Magdalena Martínez García, antes investigadora en el Instituto de Investigación Sanitaria Gregorio Marañón de Madrid y ahora en la Universidad de California, Santa Bárbara, revela que la neurociencia ha ignorado en gran medida los cuerpos de las mujeres y propone formas de llenar las lagunas de conocimiento que existen en este campo.

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