En 1945, un famoso escritor de ciencia-ficción, llamado Arthur Clarke, sugirió la posibilidad de colocar tres satélites en órbita geoestacionaria para comunicar toda la Tierra. Una sugerencia que era muy atrevida, si se tiene en cuenta que aún faltaban doce años para que surcara el firmamento el primer ingenio espacial fabricado por el ser humano. En 1957, comenzó la era espacial con el lanzamiento del primer Sputnik por la, entonces, Unión Soviética. A partir de aquel momento, la idea de colocar satélites en la órbita geoestacionaria ya no resultó tan descabellada. Apenas dos décadas después de Clarke lo propusiera, sus ideas se hicieron realidad y ahora, centenares de satélites ocupan un lugar en el llamado “Cinturón de Clarke”.

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