Asegura que está es su película más necesaria y, desde luego, mirando su

filmografía: "Solas", "La voz dormida" o, por ejemplo, "Intemperie", no parece

que las anteriores fueran precisamente bagatelas. Pero "El salto", la dolorosa y

conmovedora narración de cómo cientos de inmigrantes se juegan la vida para

saltar la valla de Melilla con el deseo de recuperar su condición de ciudadanos

y ciudadanas, ya en España, nos acerca a una reflexión cruda, sin muchas

concesiones y al menos una pregunta: ¿Los gobiernos democráticos europeos no

pueden hacer más? La respuesta (más de 27.000 personas en casi la última década

han perdido la vida intentando cruzar el Mediterráneo, mientras se calcula que

hasta 2.050 se necesitarán cerca de sesenta millones de inmigrantes para

rejuvenecer la población de Europa) urge. Ver esta cinta también.

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