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Juan David Betancur
elnarrodororal@gmail.com
Habia una vez una cigarra que vivía en un prado muy bonito cerca de un bosque muy profundo. A la cigarra le encantaba salir a caminar por su verde prado buscando en que divertirse. Todas las mañanas se despertaba tarde y después de juguetear un rato en su cama se levantaba finalmente y buscaba algo que comer. Luego se daba un chapuzon en una charca cercana y finalmente salia a buscar en que divertirse durante toda la tarde. Era una vida muy placentera ya que cuando no estaba jugando y saltado por toda la pradera estaba sentada en algún punto simplemente tocando con sus alas algún soneto y cantando. Finalmente, al final del día, cuando la noche caía, tocaba y cantaba hasta que se quedaba dormida. Todos en la pradera podían oír su música y sus canciones hasta altas horas de la noche. Realmente aquella cigarra se divertia mucho.
La cigarrita había nacido durante la primavera y cuando llego el verano sus diversiones se multiplicaron y pasaba todo el día sin hacer nada productivo. Un día mientras estaba recorriendo la pradera vio una hormiguita que llevaba un grano de trigo que había recogido en la pradera e iba muy apurada hacia el bosque donde tenía su morada. La cigarra cuando la vio pasar le dijo.
Hormiguita para donde vas con ese grano de trigo. Te veo muy afanada. Dejalo ahí en el suelo y ven para que nos divirtamos en este día tan bello. Mira el sol esta en lo alto y la temperatura esta fabulosa. Ven siéntate aquí conmigo y diviértete.
La hormiguita. Muchas gracias cigarrita pero necesito llevar este grano a mi vivienda ya que si bien el verano acaba de empezar, se que dentro de unos meses vendrá el otoño y luego vendrá el invierno.
La cigarra, no contenta con cantar y jugar, decidió burlarse de la hormiga y le dijo:
—¡Qué aburrida eres!, deja de trabajar y dedícate a disfrutar.
La hormiga, que siempre veía a la cigarra descansando, respondió:
—Estoy guardando provisiones para cuando llegue el invierno, te aconsejo que hagas lo mismo. Ya sabes cuando el invierno llegue todo lo que tu ves alrededor va a desaparecer ya que el frio es terrible. No habrá nada para comer.
—Pues yo no voy a preocuparme por nada —dijo la cigarra—, por ahora tengo todo lo que necesito. Y si quiero algo para comer simplemente salgo y lo tomo de la pradera. No tengo ninguna preocupación.
Y continuó cantando y jugando.
Durante todo el verano, la cigarra veía pasar y pasar a la hormiguita varias veces al día con un granito de trigo. Y simplemente le decía. Hormiguita no te apures, ven y diviértete.
Pero la hormiguita seguía su camino, dejaba su grano de trigo y volvía por otro más. Y asi día tras día.
Paso el verano y la pradera recibió el otoño. Con el frio los prados comenzaron a secarse y los trigales eran recogidos por los segadores. La cigarra, que nunca había visto un otoño comenzó a sentir el frio, pero aún no se preocupaba porque todavía podía conseguir alimentos fácilmente.
Y aún podía ver a la hormiguita trabajando y recolectando comida que aún quedaban entre los pastizales.
Con el paso de los días, el frio fue aumentando y finalmente llego el invierno. Todo se seco, y un día cuando la cigarra se despertó vio sorprendida que todo a su alrededor lucia blanco. El charco donde se banaba y de donde tomaba el agua se había congelado. Durante la noche había estado nevando y toda la pradera se había llenado de nieve. El charco donde se banaba y de donde tomaba el agua se había congelado.
La Cigarra, sintió un poco de hambre y decidio salir a buscarla pero no había nada, absolutamente nada para comer. Todo estaba cubierto con la nieve.
Sintiendo el hambre, recordó que h