La Internet de hoy se basa en dos cosas: tráfico y atención. Y lo curioso es que siempre fue así. Lo que pasa es que en el comienzo pocos nos percatamos. Allá para el 1989, cuando Tim Berners Lee la inventó, la Internet era muy distinta. El tráfico sobraba y la atención también.

La novedad de un lugar donde podíamos comunicarnos con cualquiera, libre de costo y sin restricciones tomo al mundo por asalto. Los dominios estaban todos disponibles, las páginas recibían tráfico abundante y —como en todas las bonanzas— hubo pioneros que hicieron grandes fortunas.

Si no me crees, pregúntale a Mark Cuban, el billonario dueño de los Dallas Mavericks e inversionista del programa semanal Shark Tank, de la cadena ABC de los Estados Unidos.

Hoy en día la cosa es muy distinta. El periodo de la conquista ya pasó y ahora hay grandes organizaciones que se han insertado como intermediarios para beneficiarse tanto de los que proveen algo como de quienes lo consumen. No hay un renglón de la Internet en el que no se haya insertado un parásito.

Estos intermediarios controlan los dos elementos más importantes en la Internet: el tráfico y la atención.

Tráfico y atención son conceptos inseparables en la Internet. Si tienes tráfico pero no logras atraer la atención tus resultados van a ser pobres. Y si tienes atención pero no tienes tráfico tus resultados también van a ser pobres.

Piénsalo por un momento. ¿Qué tienen en común organizaciones como Google, YouTube, Facebook, Twitter, LinkedIn, Intagram, Pinterest, los agregadores de blogs y los agregadores de podcast? Todos se han insertado entre los usuarios y su posible audiencia. ¿Y cómo lo logran? Pues controlando el acceso al tráfico y a la atención.

Hoy en día, casi sin excepción, se hace imposible alcanzar una audiencia sin pasar a través de un intermediario. Y eso no es nuevo, porque a eso es que nos han tenido acostumbrados por décadas la radio, la televisión, la prensa y las revistas. Y en los países más primitivos todavía se le rinde pleitesía a estos medios tradicionales, dado su control férreo del acceso a las masas.

La única diferencia es esta. Cuando los Beatles tocaron en el Show de Ed Sullivan, el 9 de febrero de 1964, los vieron 73 millones de personas. Hoy en día hay canales de YouTube que tienen ese nivel de audiencia. No son muchos, pero los hay.

Por un lado la Internet vino a democratizar el acceso del hombre común a una audiencia mundial y por el otro surgieron organizaciones como: Google, YouTube, Facebook, Twitter, LinkedIn, Instagram, Pinterest y otros que llegaron a insertarse como intermediarios y a servirle de parásitos a quienes producen verdaderamente el contenido.

A pesar de esa realidad, todavía quedan bolsillos de oportunidad. Y lo bonito del caso es que son bolsillos en los que estos parásitos no entran porque tendrían que ponerse ellos a producir el contenido. Y eso no es lo que hace un parásito.

Te sugiero que escuches esta entrada detenidamente y hasta el final. Ya sea que escribas, produzcas audio, produzcas video o sencillamente desees hacer negocios —de los que sean— en la Internet. Lo que vamos a discutir hoy son las maneras de escaparte de las garras de los parásitos y llegar libremente a tu audiencia.

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